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Pascual Arnal viene a Vitoria-Gasteiz a explicar su forma de entender la narrativa fotográfica

Pascual Arnal viene a Vitoria-Gasteiz a explicar su forma de entender la narrativa fotográfica

El fotógrafo Pascual Arnal (Villarreal, Castellón, 1969) viene el sábado 10 de junio a «poner estrellas» a ‘Jardín Remoto Experience: I Simposio de Fotografía de Autor’. Pascual Arnal vino al mundo a cuestionarse las cosas, a hacer preguntas y a cambiar la visión y el paradigma y llega a Vitoria a darnos todas sus respuestas a través de sus metáforas, símbolos, guiños y trucos.

El arma secreta de la fotografía estatal

Aunque para algunos todavía sea un desconocido, Pascual Arnal es el fotógrafo que inspira a muchos de los fotógrafos cuya obra admiramos. Su obra se lee como poesía, con diferentes capas de lectura. En el universo de Pascual Arnal navegamos entre la fotografía demostrativa y la evocativa -siempre con la intención de que el lector en un momento empiece a preguntarse qué está pasando- y sus potentes metáforas y la estrechísima relación que hay entre todas sus imágenes, nos transporta a la misma época que hemos vivido todos los humanos en todos los continentes, al plano universal.

La profundidad a la que ha llegado tras cuatro décadas de investigación en historia, filosofía y sociología tuvo su origen en un inquieto adolescente que vivía por y para la fotografía. A finales de los años 80 y principios de los 90, con 20 años, Pascual Arnal iba con muchos amigos a hacer fotos. A todos les gustaba el trabajo de Koldo Chamorro, Cristina García Rodero, Josef Koudelka… Iba a hacer fotos a las fiestas de los pueblos y se encontraba con Rodero, Cristóbal Hara… En aquella época Pascual Arnal imitaba a los fotógrafos míticos.

En su manera de estructurar el trabajo, cada trabajo tiene un marco. Pascual Arnal decide lo que quiere que entre en ese marco, sabe cuál es su mirada y cuál quiere que sea la experiencia del espectador y cómo se le provoca. Luego realiza la selección de imágenes, que suelen atraparle en el momento en que las hace o posteriormente al verla también, pero casi siempre al hacerlas.

«Miro las cartas de mi baraja y me pregunto qué juego se juega con esto. El trabajo te va guiando. Soy muy meticuloso con los encuadres, creo que esto me viene de cuando fotografiaba en blanco y negro, al ver que mis héroes positivaban sus fotos con el filete negro que delimitaba el negativo. Todas tienen como una especie de armonía, no hay zoom, picados ni angulares. Procuro que haya neutralidad. Uso focales muy naturales, no hay extravagancias en la toma y todo tiene que estar donde tiene que estar. Por ejemplo, para elegir la foto del pez hice 175 fotos de peces hasta que tomé la deseada», le cuenta Pascual Arnal al periodista, fotógrafo y profesor de fotografía Gustavo Bravo en una entrevista en ‘La Tercera de FotoKalea’, origen de ‘Jardín Remoto’.

"Generamos las imágenes en nuestro interior, respecto a recuerdos, memoria, sensaciones y experiencias en la vida"

-Pascual Arnal

Buscando su verdad, la encontró

«Hay una realidad que funciona para todos, pero hay una verdad que sólo es para cada uno. Tú con tu cámara sólo tienes que tratar de encontrar una verdad que es la tuya. Siempre hay una verdad, sea cual sea la temática. Por ejemplo con Robert Frank ves la verdad del fotógrafo, no la verdad de Estados Unidos. Es su visión, es su mirada. Hay un marco ficticio en el que tú desarrollas tu trabajo. Si sientes como propio ese marco, es más fácil desarrollar tu trabajo. Es un parámetro y tú aportas tu visión: la Gestalt, la forma que sale del fondo».

En el año 2007 pensó que tenía que hacer un trabajo que le perteneciera y sintiera como suyo, pero no lo encontraba, así que revisó su archivo y seleccionó sus fotografía favoritas. Todo estaba allí y sólo tenía que escuchar a su propio trabajo. Se dejó guiar por su intuición. Cogió varias cámaras y salió a hacer fotos a lo que le interesaba, fuera retrato, bodegón o paisaje de cara a después seleccionar las que pasaban a la fase final y el trabajo le contó sus propios parámetros, a modo de fotografía automática. Obtuvo el abanico de fotos, hizo una lectura, analizó los ítem que le interesaban y los que no aparecían: aquello que no retrataba nunca. Y así fue como se dio cuenta de que había unas pautas que siempre aparecían en sus fotografías. Sus fotos tenían referencias a textos, objetos, paisajes y escenas que me daba la sensación de que se estaban repitiendo en la Historia, en los libros, en los cuentos… Además reparó en que éstas parecían atemporales. Hablaba de las cosas esenciales que nos acompañan. Cosas contemporáneas».

En todas las imágenes de Arnal hay una experiencia. En todas sus fotografías está pasando algo.

«En un trabajo de 13 años sólo hice un retrato y no me había dado cuenta de que sólo tenía la imagen de una persona mirando a cámara. Tampoco fotografiaba tags ni objetos temporales. Una foto hecha en 2007 podía haber estado hecha en 1983. Mis fotografiados vestían de manera atemporal… Había unas pautas que siempre aparecían en mis fotografías. En todas mis imágenes muestro una experiencia: siempre pasa algo, aunque no se vea. Y esta experiencia muestra una especie de icono».

«En mi obra todo es muy esencial y hay una visión panteísta del entorno, donde una especie de ente mágico provee las cosas. El ser humano y las religiones lo han relacionado con Dios, pero a mí me interesa la visión panteísta que dice que todo aquello natural y esencial que nos rodea desde siempre alberga esta condición mágica esencial, con toda la potencia de su razón de existir, en la que cada parte conforma un todo. Mi trabajo funciona desde lo más esencial, desde el mito hasta lo más razonable de la razón, que es lo más neurótico».

«Abarco el universo inabarcable y lo hago en un círculo perfecto, cuando el círculo perfecto no existe: lo más parecido a un círculo son las ondas que se general si una piedra cae en un lago y se dan las circunstancias adecuadas porque la naturaleza en imperfecta. Nosotros queremos ser perfectos y controlarlo. Todo mi trabajo tiene este trasfondo. ¿Qué hacemos aquí, cómo hemos llegado hasta aquí y qué sentido tiene? Todo esto está latente a través de símbolos, guiños y trucos. No están porque sí. Hay cientos de horas de estudio de historia, filosofía y sociología detrás. Las fotos redondas las incluyo porque en la Edad Media se creía que todo lo representado dentro de un óvalo y todo lo que estaba dentro de este «domo» se divinizaba. El universo es uno, una totalidad de todo. Cuando no se entendían las cosas, les daban explicaciones que no tenían ningún sentido, pero lo tenían para ellos. Luego la ciencia vino para explicar el sentido que tienen las cosas y luego venimos los artistas y lo volvemos a mitificar. Me encanta esta rueda en la que estamos todos metidos que tiene que ver con la existencia del ser humano. Me pregunto las cosas, trato de dar explicaciones, conozco la explicación científica y lo vuelvo a mitificar. De nuevo la rueda. Trato de dar unas explicaciones que a mí me bastan».

Así, comenzó a construir maquetas para el que tres años después, en 2010, sería su primer libro: ‘Les ocasion retrovares’, que significa las ocasiones reencontradas, en referencia a aquello que es nuclear y define al ser humano.

A ‘Les ocasion retrovares’ (2010) le siguieron otros dos libros con los que formó una trilogía: ‘Totes les possibilitats absolutament necessàries’ (2013), que versaba sobre el mito, y ‘Contracte d’estabilitat número tres’ (2015), que lo hacía sobre la razón.

«Me interesa el paso intermedio. En todos mis trabajos la conversación está en la misma franja en la que se mueve lo que es y lo no es, lo real y lo irreal, la magia y el misticismo».

A la trilogía le siguieron dos libros más en 2017 (‘La Conversación’) y 2018 (‘Verbo’) éste último acompañando a una exposición.

La luz y la metáfora de la imposibilidad de representar el universo

La exposición ‘Verbo’ se hizo libro, con series relacionadas con la luz, realizadas en el agua o reflejando el flash en sitios que devolvían una imagen que parecía una estrella, y con fotografías tomadas en sus instalaciones artísticas ‘Astra Management’, en las que Pascual Arnal representaba el universo con miles de pegatinas reflectantes en paredes, que sólo se veían si se proyectaba luz sobre dichas fachadas, para jugar con la etimología de la palabra fotografía (escribir con luz). El propio Pascual Arnal concibió y troqueló aquellas miles de pegatinas cuyo brillo trasciende todo aquello que quieres controlar. Era una especie de representación del universo, estrella a estrella, a modo de metáfora sobre la imposibilidad de abarcar lo inabarcable y representar lo irrepresentable.

Por las características físicas del material, sólo las podía ver la persona que emitía la luz, con una linterna, no el que estuviera a su lado. «Me gusta la metáfora de que todo el que hace preguntas tiene respuestas, que el que se arriesga es el que tiene la recompensa», le confiesa a Gustavo Bravo.

Estas intervenciones se han visto en varios festivales, sobre todo en Francia. «Puedes verla con los ojos tanto como quieras, pero si quieres llevarte la obra, tienes que llevarte la fotografía. La fotografía está implícita en el trabajo». Porque a Pascual Arnal le interesa la imagen y sus maneras de representación, como sea y de la manera que sea. En sus últimos proyectos explora la relación de la imagen con la geometría y la fisicidad, pudiendo imprimirla y manipularla. Trabaja con todas las condiciones que pueda tener la imagen. «Los formatos no me interesan: la imagen está muy por encima del formato en el que llegan».

"Me planteé cuál era mi sabiduría popular y era mi archivo"

-Pascual Arnal

Su último trabajo: 'El Corazón'

Su último trabajo lo publicó durante la pandemia. Aprovechó la calma y la tranquilidad de aquellos primeros meses de encierro para ultimar el fotolibro ‘El Corazón’ (2020), que reúne imágenes muy diversas entre ellas y también relacionadas con el mito y la razón, como las de sus primeros trabajos, pero con la diferencia de que en ‘El Corazón’ hay una premisa que determina su lectura.

Los textos (los títulos) y las imágenes funcionan juntos -todo lo contrario que en sus anteriores trabajos-. Pascual Arnal se preguntó cómo se pueden generar imágenes sin llevar una cámara de fotos y llegó a la conclusión de que generamos las imágenes en nuestro interior, respecto a recuerdos, memoria, sensaciones, experiencias en la vida… Pero ¿qué provoca esto? «Ciertos textos de tipo iniciático son especialistas en crear imagen: la poesía, los cuentos, los mitos, los cantares… generan imágenes simbólicas. Éste es mi universo».

«En ‘El Corazón’ hay 8 ítems porque juego con el infinito (el 8 tumbado), con el para siempre. Los ocho ítems son la reina, el hechizo, la falsa madre, el espejo, la oscuridad, los árboles, el cisne y la luna. Y hay muchos trucos que funcionan con las polaridades extremas que hay representadas en el libro: la reina y la madrastra, el héroe y el falso héroe… En los cuentos siempre hay polaridades extremas: el bien y el mal, oscuridad y luz, pobres y ricos. Los árboles hablan del bosque como espacio transformador que es casi un personaje: Ulises atraviesa un mar, en los cuentos europeos atraviesan un bosque, en los orientales atraviesan un desierto… Y hay un hechizo, y está la luna y viene un cisne…

En ‘El Corazón’, Pascual Arnal intercala color y fotos con tonalidad ocre porque relaciona el color con la fantasía y no quería blanco y negro puro que se relacionara con lo antiguo o lo clásico. Quería un tostado amarillento y negro porque le parecía una fantasía: que lo que estaba pasando era «raro».

«Yo tengo un lenguaje: una manera de ver lo que sucede a mi alrededor. Siempre me fijo en las mismas cosas. Cuando ya supe que quería trabajar sobre estos textos, hice un trabajo de investigación y documentación antes de hacer las fotos. Leí sobre el origen de los mitos y los cuentos, cómo se escribían los cuentos, la tradición oral que se iba repitiendo y transmitiendo hasta que llegó al alfabeto y estos cuentos se pudieron poner en papel hasta que llegó la imprenta y se pudieron multiplicar. En diferentes culturas se cuenta la misma historia que se iba moldeando y metamorfoseando. Eran las mismas tramas en distintos continentes. Era la misma historia que fue contándose y contándose por la sabiduría popular. Ahí me planteé cuál era mi sabiduría popular: y era mi archivo. No hice ninguna foto para este trabajo. Pero ya había publicado cinco libros. Pensé que no podían quedarme fotos para publicar, pero encontré fotos hechas desde 2008 hasta 2020 que contaban un cuento clásico del érase una vez».

En los libros de Pascual Arnal, mirando con atención, se ven muchas cosas. Todo tiene una explicación. En sus libros hay simbología y, en función de la experiencia del lector, le cuentan una cosa diferente. También hay lecturas diferentes en función del momento vital en que lo veas.

«Todos los fotolibros van de la vida, sólo que cada uno crea una frecuencia y en cada dial se escucha algo. Hay una visión macrocosmos – micromosnos y un planteamiento y profundidades. Hacer fotografía sirve para conocerse a uno mismo: de la realidad, eliges una verdad. Se comienza fotografiando la verdad de otros (en mi caso la de Chamorro, la de Rodero…). La mía no la veía. Hay una rutina en la mirada y se tiene que romper. Hay que prestar atención a unas cosas de una manera y eso habla de ti. El trabajo te lleva y estás sometido a él».

Pascual Arnal nos hablará en ‘Jardín Remoto Experience’ de su mágico y a la vez esencial universo creativo y, tras su ponencia, revisará los portfolios de todos aquellos que estéis trabajando en proyectos evocadores que estén buscando su final de cuento.

Gustavo Bravo

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