Desde finales del siglo XIX y hasta el estallido de la guerra civil, nace y se desarrolla con fuerza una cultura fotográfica amateur y popular en Cataluña. Sucede al compás de lo que también ocurre en otras zonas de Europa y supone la primera vez en la historia que una persona puede representarse a sí misma sin depender de conocimientos artísticos ni técnicos. Esta exposición propone revisar este fenómeno prestando atención a una selección de temas y motivos visuales recurrentes en este periodo. Permitirá comprender quiénes practicaron la fotografía como afición y cómo se constituyó el lenguaje de la fotografía amateur y popular a principios del siglo XX, conjugando los parámetros del mercado internacional, las aspiraciones técnicas y artísticas de los fotógrafos aficionados y los rasgos sociales y culturales específicos del territorio.
Durante décadas la fotografía amateur quedó al margen de la historia oficial de la fotografía, debido sobre todo a su carácter de actividad de masas y a las carencias que mostraban muchas de sus realizaciones. Desde hace tiempo, sin embargo, es objeto de atención por la forma en que manifiesta diferentes aspectos sociales y culturales de su tiempo.
La cultura fotográfica amateur arraigó con fuerza en Cataluña desde 1880 y no dejaría de despertar un extraordinario fervor social hasta el estallido de la Guerra Civil en 1936. Esta exposición recorre su evolución a través de un recorrido temático que presenta cerca de 300 piezas (fotografías, objetos y documentos de época) que han podido reunirse gracias a la colaboración de diecisiete instituciones públicas (entre archivos, museos, bibliotecas y centros de investigación) y nueve colecciones privadas.
Aficionados y amateurs
La fotografía realizada por aficionados es aquella que surge fuera de las lógicas productivas del mercado profesional y abarca a una amplia variedad de usuarios, entre los que hay que diferenciar al «aficionado» común del «amateur», según distinción terminológica de la época. El aficionado común, o simple aficionado, suele utilizar la cámara de manera ocasional y, a menudo, estacional, por ejemplo, en vacaciones, mientras que el amateur, también denominado amateur «serio», actúa, por así decir, como un profesional sin profesionalizar. Dedica tiempo y esfuerzo a la fotografía, proyecta en su afición un cierto anhelo de progreso y mejora y, de vez en cuando, participa en actividades que pueden dar lugar a un cierto reconocimiento, como concursos y exposiciones.
Influencias visuales y discursivas
La fotografía doméstica fue evolucionando a la par que lo hacía la cultura visual. Si en sus comienzos acusó la influencia de la pintura, sobre todo del paisajismo, pronto los medios de comunicación de masas, como el cine o la prensa, ejercerán un influjo cada vez mayor sobre los fotógrafos amateur, cuya mirada evolucionará bajo la imparable y pujante influencia de estos nuevos lenguajes visuales.