Francesc Català-Roca (1922-1998) es uno de los referentes más importantes de la fotografía urbana y documental española.
Consciente de que su oficio, más que un arte, era la única manera de congelar el tiempo y documentar el presente para la posteridad, buscó los lugares, las gentes y las luces que, desde su sensibilidad, consideró que mecerían pasar a la historia convertidas en fotografías.
Daba largos paseos en los que tomaba ‘fotografías mentales’ que después simplemente tenía que ir ‘recogiendo’ con su cámara. Fotografió prácticamente toda España, como un maestro del reencuadre, con un talento especial en la composición tonal y el juego de luces.
Los puntos más fuertes de su fotografía residen en la búsqueda de puntos de vista y perspectivas interesantes, así como el uso de la luz.
Además, fue parte activa de la vida cultural catalana, fotografiando a sus contemporáneos como Salvador Dalí o Joan Miró, de quien fue amigo íntimo durante décadas.
Durante su trayectoria evitó los experimentos que manipulaban o alteraban la fotografía. Prefería aquellas instantáneas que se enfocaban y revelaban sin trucos.
No tuvo teléfono y no puso ningún letrero en su estudio. Quería que costara encontrarle, para trabajar con quien le quisiera de verdad y evitar encargos pequeños.
Cuando alguien que no le interesaba le pedía una foto, le llevaba al sitio que él quería e imitaba el sonido del clic con la boca, y luego le decía «qué lastima, no salió».