Inaugurada la exposición de los proyectos ganadores de Gazte Arte 2023 en Vitoria-Gasteiz
- Texto: Sandra Remón
- Foto: Bigsualarts
El espacio expositivo del casco viejo de Vitoria-Gasteiz LABE Gazte Laborategia acoge del 2 de febrero al 3 de marzo de 2024 la exposición de los proyectos ganadores del Certamen Gazte Arte 2023: Izaro Pardo (proyecto ‘Trascendence’), Lah Ortiz (‘Irresistible lineal’),
Ani Chkhartishvili (‘Una habitación, una luz’)
y el equipo formado por Jone Irazu, Leire Zabaleta y Oihane Gil (‘Congelando la memoria’). Un catálogo acompaña a la exposición, comisariada por Irantzu Lekue y Dani Urraca, con la colaboración de Alba Tojo y Adriana Fariñas.
Proyectos ganadores de Gazte Arte 2023
La propuesta expositiva de la cuarta edición de Gazte Arte (la primera post-pandemia) consiste en la representación de un viaje trascendental de autoconocimiento, a lo largo de las diferentes etapas de la vida. La muestra ha nacido a través de un proceso de creación abierto llevado a cabo en el depósito de aguas del Centro Cultural Montehermoso por el grupo motor, comisarios y artistas ganadores de la convocatoria.
Se trata de un recorrido circular que parte desde la muerte, transitando la salud mental, el cuerpo y la búsqueda de un espacio propio, para concluir con el regreso a la infancia. Durante la fase de creación surgieron sinergias que se han manifestado con la intervención de los/as artistas en los proyectos de sus compañeros/as de creación, entrelazando y conectando así las cuatro obras.
'Trascendence', de Izaro Pardo
Cuando Izaro Pardo era pequeña temía a la muerte. Desde siempre le ha tranquilizado pensar que todos y todas tenemos miedo y por eso nos atenemos a las tradiciones y creencias que nos dicen que la muerte no es el final. En su obra ha analizado la visión sobre la muerte de diferentes culturas y ha realizado tres obras de arte basadas en ello. Concretamente ha escogido la cultura antigua del País Vasco (mitología vasca), la cultura nórdica (mitología vikinga) y la mexicana, utilizando elementos, referencias y estilos de cada cultura. En el cuadro de la cultura vasca ha representado una escena de mitología antigua: un funeral, con la persona fallecida dentro de un dolmen y el dios Sugaar, guardián de la muerte, esperándole. El fuego es el elemento más importante de la obra, en la que ha utilizado una paleta de color oscuro y apagado, inspirándose en la película Irati. En el caso nórdico, ha plasmado un funeral vikingo con una mujer atravesada por flechas en una barca, a la espera de que prenda y se hunda. Su principal inspiración han sido las obras de arte prerrafaelitas (Ofelia). Para la obra mexicana se ha basado en la obra “Las Dos Fridas”. Queriendo jugar con la dualidad, ha representando a una anciana, y a su lado a la Catrina, esperando a que la mujer esté lista para la muerte. Se ha inspirado en los altares y flores del día de muertos, así como en el arte muralista mexicano. Durante los talleres abiertos de Gazte Arte, una pregunta esperaba a quienes se acercaban al espacio de trabajo de Izaro. Cerca de la autora, junto a una urna para depositar las respuestas, se podía leer escrito a pluma y tinta china: ¿Podrías escribir algo bonito sobre la muerte? Precisamente, las respuestas a estas preguntas forman parte de la obra y están expuestas junto a los lienzos. Por otra parte, tanto en el proceso de creación como en la exposición, la autora nos presenta un ramo de flores sin agua que las nutra. Esas flores que tan fácilmente podemos asociar a ritos funerarios, van marchitándose en directo ante los ojos del/de la espectador/a que, visitando la obra en diferentes momentos, se convierte en testigo de lo efímero de la vida. A través de este trabajo le gustaría transmitir que hay formas muy diferentes de entender la muerte y que no tienen por qué tener visiones tristes. Con ello quisiera ayudar a la gente para que tenga menos miedo a la muerte y que no se sienta sola en el último momento de la vida.
A Izaro Pardo Delgado le gusta el cine, la literatura y la fotografía, y su afición es contar historias. Siempre ha dibujado, pero en 2020 empezó a tomárselo más en serio. En 2021 ganó el concurso Inktober de IES Zabalgana y actualmente está cursando el bachiller artístico en Ekialde. Le gustan las películas de ciencia ficción (Star Wars, Blade Runner, Batman el caballero oscuro…). Su principal inspiración es la cultura popular de los 90, principalmente la música (Radiohead, Oasis, The Strokes…) y la estética Dark Academia (El retrato de dorian gray, Frankenstein…). Desde pequeña le ha gustado la estética siniestra de las películas de Tim Burton.
'Irresistuble lineal', de Lah Ortiz
En esta obra, Lah Ortiz pretende simbolizar lo irreprimible de los impulsos, narrándolos desde la perspectiva de la tricotilomanía: un comportamiento compulsivo que lleva a manipular el pelo estirándolo, retorciéndolo e incluso arrancándolo. Para este propósito, Lah utiliza diferentes técnicas de arte textil.
En la primera de sus obras realizada en el taller abierto, el artista dibuja un circulo en el que un ojo humano ocupa el centro de la composición. Esta figura está rodeada por una masa de hilo bordado con la técnica “Punch Needle” o Aguja Mágica, simbolizando el cabello de la persona afectada por la tricotilomanía. En esta obra, Lah quiere explorar los límites del propio material, saliéndose de los márgenes del lienzo, con la intención de que las líneas que forman ese bucle evoquen una sensación de expansión y refuercen aún más el relieve. La idea inicial, era que esta obra fuera expuesta únicamente por la cara principal. Pero una vez comenzado el proceso, el artista descubre el interés que genera la parte posterior, que muestra una densa trama de hilos dando pistas a la persona espectadora de la técnica utilizada. Por ello, finalmente ha sido expuesta como una obra de bulto redondo, pudiendo apreciarse desde todas sus caras. (castellano) En su segunda obra, el artista nos presenta un cubo de grandes dimensiones (200 x 100 x 100) en el que las personas visitantes pueden llegar a reconocer en uno de sus laterales un dibujo anatómico de la dermis. En la parte superior de ese lateral continuando el dibujo, sobresalen hilos que invitan a las personas visitantes a interactuar arrancando esos “cabellos” que sobresalen de la propia obra. Además, la exposición también recoge el roll up ubicado en la entrada al espacio de Lah en el taller abierto. Este elemento publicitario, raramente intervenido, ha sido cosido trazando un camino que recorre toda la superficie, sorteando el texto, hasta llegar a la parte superior, donde cuelga una aguja del último centímetro de hilo. El texto, tan cuidadosamente evitado por el recorrido de la aguja, nos hace una pregunta: ¿Alguna vez has cedido ante un impulso irresistible? A continuación, nos explica en que consiste la tricotilomanía. El autor pretende con este trabajo concienciar sobre este trastorno de control de impulsos y reivindicar, tal y como se puede leer en las últimas líneas del roll up, la necesidad de abordar y comprender adecuadamente esta cuestión para mejorar su diagnóstico y tratamiento. Este nuevo enfoque sirve al autor para incidir en lo que se ve y no se ve en la realidad de los trastornos mentales
Artista queer no binario. A los 7 años Lah Ortiz se trasladó a vivir a Zaragoza. Allí se formó, pero no echó raíces. Por lo tanto, volvió a hacer las maletas y comenzó una nueva aventura en Vitoria-Gasteiz. Actualmente estudia sonido en la escuela de audiovisuales 35mm y ha participado en la exposición colectiva In Our Minds. Ha explorado de manera autodidacta el ámbito textil. Su interés radica sobre todo en la interacción con el material trabajado de una manera más cercana y sensorial, en concreto usando el bordado y el telar. El artista busca incidir sobre materiales poco tradicionales, comparándolos con la sensación de no pertenecer como cuerpo o experiencia disidente. Así mismo, reivindica la importancia de la protección de las infancias trans y la salud mental en jóvenes.
'Una habitación, una luz', de Ani Chkhartishvli
La obra ‘Una habitación, una luz’ de Ani Chkhartishvli explora el concepto de la importancia de poseer un espacio privado, específicamente, una habitación privada, centrándose en el papel de la mujer en la sociedad actual. Esta habitación privada se presenta como una metáfora de la autonomía y empoderamiento femenino. Este concepto implica la necesidad de contar con un espacio propio donde las mujeres puedan ejercer control sobre su entorno, tomar decisiones independientes y forjar su identidad sin las restricciones impuestas por normas de género preexistentes.
Desde una perspectiva más amplia, una habitación privada puede ser una plataforma para la creatividad y la expresión artística. La privacidad de la habitación se considera fundamental para la seguridad y el bienestar de las mujeres. Este espacio propio actúa como un refugio donde pueden sentirse seguras y protegidas, especialmente en situaciones donde la seguridad personal pueda estar en riesgo. Virginia Woolf aborda este tema en su ensayo “Una habitación propia”. A pesar de haber sido escrito hace casi un siglo, el tema sigue siendo relevante en la actualidad. La artista experimenta con la fotografía instantánea para llevar la fotografía más allá de sus límites con la técnica “Polaroid Emulsion Lift”, una técnica clásica en la que la película de Polaroid se despega y se sumerge en agua tibia para liberar las capas de la película y posteriormente manipularlas manualmente, agregando pliegues, texturas y profundidad al resultado final. Cada fotografía individual de ladrillos, ventanas, puertas o graffitis, se integra como parte fundamental de una composición más extensa: un edificio de vivienda. Al unir fragmentos para dar forma a una imagen nueva y completa, el/la espectador/a puede dirigir su atención hacia una pieza específica de película dentro del collage y luego retroceder para apreciar la pieza en su conjunto. Durante la fase de creación de la obra, el público ha tenido la oportunidad de tomar parte en el proceso experimentando en primera persona la técnica “Polaroid Emulsion Lift”. La autora ha hecho las labores de guía invitando a las personas visitantes a experimentar con sus propias emulsiones. Los resultados, antes de ser llevados como recuerdo, han sido fotografiados para ser expuestos en una pantalla durante la exposición. La transición del nombre de la obra, desde “Pliegues” hasta “Una Habitación, una Luz”, ha sido parte integral de un proceso creativo dinámico y en constante cambio. Durante el periodo de construcción en los talleres de Gazte Arte, el título “Pliegues” encapsulaba la esencia inicial de la obra. La decisión de cambiar el nombre a “Una Habitación, una Luz” se basa en la búsqueda de una expresión que refleje de manera más precisa el concepto completo de la obra.
A lo largo de su adolescencia, su interés hacia el mundo artístico fue incrementando tras dejar Georgia en 2017. Primero se estableció en Vitoria-Gasteiz y luego se trasladó a Bilbao en 2020. Actualmente se encuentra inmersa en su último año de estudios en Creación y Diseño en la Universidad de la UPV en Leioa. Desde el inicio de su carrera, enfocó su práctica en el campo de la fotografía. Durante los dos primeros años de carrera, se dedicó a proyectos personales, retratos y fotografía callejera. Desde su enfoque experimentativo ha explorado la imagen y las posibilidades de la fotografía en el ámbito de las técnicas mixtas. En junio de 2022 formó parte de la exposición del Certamen Arte Vital en el Centro de Exposiciones Fundación Vital (Vitoria-Gasteiz). Posteriormente, en noviembre, participó en la exposición colectiva Romper la Piedra organizada por VIPHOTO Fest, que tuvo lugar bajo el mismo techo. Recientemente, ha recibido el premio de artista local en el Certamen Fotográfico Fotoarte de 2023. Simultáneamente, ha llevado a cabo en una cafetería vitoriana la exposición individual titulada Ánima, consolidando aún más su presencia en el mundo artístico local.
'Congelando la memoria', proyecto coral
‘Congelando la memoria’, de las artistas Jone Irazu Garikano, Leire Zabaleta Ruiz de Alegría y Oihane Gil Cirión representa la escena de un comedor, donde la principal protagonista es la nevera. Crea su propio concepto de hogar mediante el uso de diferentes disciplinas y técnicas artísticas.
La escena está intervenida por imanes, stickers, dibujos… realizados por las propias artistas y el público que visitó el taller abierto en el depósito de aguas de Montehermoso. También utiliza la propia nevera y los muebles de alrededor como espacios expositivos y decorativos. La obra aparece como el sueño febril de un/a niño/a: un lugar saturado de colores, juguetes y elementos que invaden los muebles. La nevera pintada, con pegatinas y juguetes que han cobrado vida; el sillón apuñalado y convertido en un trono cumpleañero…
Todos estos elementos pretenden simular de manera exagerada y divertida la manera en la que los seres humanos tendemos a almacenar objetos de nuestra cultura cercana e historia personal: imanes de viajes, fotos familiares, juguetes de la infancia que aún no nos hemos atrevido a tirar, etc. La instalación pretende traer a la mente de la persona que la observa varias cuestiones: Por una parte, subraya esta tendencia que algunos/as quizá describirían como síntoma del Síndrome de Diógenes: el hecho de cómo solemos decorar nuestras casas y llenarlas de objetos simbólicos.
Éste fenómeno se ve claramente en el caso del comedor, lugar que se considera significativo en la vida de cada familia según lo que observa la antropología, ya que, es un lugar de reunión y uno de los espacios de la casa donde más tiempo pasamos. Así, intenta evocar esos sentimientos de intimidad, cotidianidad y nostalgia por los tiempos pasados. Por otra parte, busca reflexionar sobre la mercantilización actual del arte y su accesibilidad para la gente común. En un mundo cada vez más globalizado y comercializado, el arte difícilmente resulta subversivo o rompedor, e incluso se podría decir que la producción artística, al igual que las demás esferas de la economía, ha sido monopolizada por aquellos/as que tienen la capacidad de realizarla y consumirla, eternizando la imagen del/ de la artista muerto/a de hambre para los/as demás.
El poco apoyo estatal y social que recibe la cultura, muestra la poca importancia que se le da a la misma, especialmente cuando afecta a personas menos privilegiadas en la sociedad. ¿Cómo llega la cultura a nuestras casas? ¿Cómo llevamos el arte de nuestras casas al mercado? Muchas personas con pasiones artísticas se ven obligadas a dejarlas de lado para dedicarse a otra cosa con tal de encontrar una estabilidad. Nuestras casas cada vez tienen menos libros y cuadros. Rara vez vamos a museos, cines y galerías, que se han convertido en lugares elitizados. Por eso mismo, tendemos a personalizar nuestros espacios con elementos que se podrían definir como cultura individual o simbólica.
En las neveras podemos encontrar dibujos hechos por los/as niños/as, souvenirs de viajes, fotografías… objetos que “congelan” y embellecen nuestros recuerdos. Todos estos detalles son vestigios de nuestra historia personal y también un reflejo de nuestras costumbres; se podría decir que este conjunto de elementos son un símbolo visual de la memoria familiar