Fundación Mapfre acoge una exposición dedicada al fotógrafo Christer Strömholm hasta mayo de 2024
La Sala Recoletos de la Fundación Mapfre acoge del 2 de febrero al 5 de mayo de 2024 la exposición retrospectiva ‘Christer Strömholm‘ del fotógrafo sueco Premio Hasselblad 1997, al que la fama le llegó a los 78 años de edad y que fue una indiscutible referencia de la fotografía contemporánea por la original subjetividad que introduce en la tradición documental de índole existencial. La muestra incluye fotografías desde su participación en el grupo alemán ‘Fotoform’, a principios de los años cincuenta del siglo XX, hasta los ensamblajes de objetos encontrados de su etapa final, pasando por sus múltiples viajes, su fotografía callejera y sus retratos de artistas.
Fotografía de la experiencia propia
«No podemos fotografiar la experiencia ajena” afirmó en una ocasión el Christer Strömholm (Estocolmo, 1918-2002). La frase evoca su peculiar concepción de la fotografía, expresada en una obra que refleja tanto su agitada biografía y su frenética actividad viajera como su irrenunciable complicidad ante el sufrimiento humano y la complejidad de la existencia en general.
Esa mirada compasiva y discretamente humorística de la vida dio lugar a una obra absolutamente singular y de inconfundible estética.
Según sus propias palabras, Christer Strömholm (Estocolmo, 1918-2002) fue un niño repeinado con traje de marinero, atrapado en un ambiente burgués. Su adolescencia fue turbulenta, y con dieciséis años se produjo un trágico suceso que marcaría su vida para siempre: el suicidio de su padre.
Cumplidos los 17 años, comenzó a viajar por el mundo, inició su formación artística en Dresde y asistió a varias escuelas de pintura en París y Estocolmo.
En 1938 entró en contacto con la España de la guerra civil, lo que supuso el despertar de su conciencia política.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, se alistó en el bando finlandés para luchar contra Rusia en la guerra de Invierno. Se desplazó a Noruega en 1940 junto con varios de los voluntarios de Finlandia, que se organizaron contra la ocupación nazi. La experiencia de tres contiendas bélicas acabaría por dejar su huella en él y en su visión de la vida. Después de la guerra mundial regresó a París, donde ingresó en la Académie des Beaux-Arts. Allí empezó a experimentar con las artes gráficas y a explorar las posibilidades de la cámara de gran formato.
Fue entonces cuando tomó conciencia de que la imagen fotográfica le permitía expresarse de un modo acorde a sus deseos. El París de los años cuarenta reunió a los más destacados artistas del momento. Era también la capital de la fotografía, y la ciudad en sí constituía un motivo favorito para muchos. Strömholm conoció allí a muchos de los grandes fotógrafos franceses, como Henri Cartier-Bresson y Édouard Boubat. Una de sus principales fuentes de inspiración fue Brassaï, con quien compartía un interés por los fragmentos de texto, tanto los escritos en las fachadas a modo de grafiti como los de las señales, los carteles y las vallas publicitarias.
Retratos de artistas
En 1949, el fotógrafo Christer Strömholm comenzó una serie de retratos de artistas para periódicos brasileños y suecos. Estos fueron los primeros de los escasos encargos comerciales que hizo a lo largo de su vida. Descubrió que tenía talento para adentrarse en la personalidad de los individuos: conseguía que artistas como Le Corbusier, André Breton, Antoni Tàpies y Antonio Saura, por citar solo algunos, bajaran la guardia, en parte porque estaba familiarizado con su obra.
Hacia 1950, Strömholm conoció a Otto Steinert, quien había fundado el colectivo fotográfico Fotoform el año anterior. Sus miembros se centraban en la experimentación formal y en las posibilidades expresivas del lenguaje fotográfico, creando un método que bautizaron como fotografía subjetiva. Strömholm participó en las exposiciones colectivas del grupo en Europa y Estados Unidos con el nombre de Christer Christian.
El contacto con los demás integrantes le dio la oportunidad de descubrir nuevas facetas de la fotografía. Empezó a explorar los fuertes contrastes entre el blanco y el negro, que iban a caracterizar su trabajo. Tras unos años, sin embargo, abandonó el colectivo, pues, consideraba que la experimentación formal no podía ser un fin en sí mismo. Los años siguientes estuvieron marcados por una frenética actividad viajera.
Su obra experimentó un importante desarrollo durante viajes a ciudades como Hiroshima, Tokio, Calcuta, Nairobi, Los Ángeles y Nueva York, donde tomó algunas de sus fotografías más icónicas. A finales de los años cincuenta, el artista entabló amistad con las transexuales de los alrededores de la place Blanche, cerca de Pigalle. Se instaló en un hotel donde se alojaban varias de ellas y se lanzó a representar su vida, casi siempre nocturna, en un entorno a menudo hostil y despectivo. Se convirtieron en ‘Las amigas de la place Blanche‘, título del libro que publicaría en 1983.
Fotografías de prostitutas y guardias civiles en España
A comienzos de la década de 1960 viajó a España como guía turístico, lo que le ofreció la ocasión de fotografiar prostitutas, guardias civiles, curas, marines estadounidenses y niños. En 1962 y 1963 el artista regresó al país junto con el escritor y poeta Lasse Söderberg. Muchos años después, se editó el libro ‘Resa i svartvitt’ [Viaje en blanco y negro], en el que relataron cómo experimentaron la realidad social del país bajo el régimen franquista. Estas fotografías ofrecen una imagen de pobreza y capturan la atmósfera de zonas donde el progreso parece detenido.
Algunos de sus retratos más legendarios de niños proceden de estos recorridos por España. En 1967 apareció Poste restante [Lista de correos], que refleja la vida errante de Strömholm a través de sus muchos viajes desde finales de la década de 1940 hasta 1967. Esta publicación, que ha llegado a considerarse uno de los libros fotográficos más importantes de la posguerra, se erige como una reflexión sobre la condición humana. Strömholm, que había trabajado durante tiempo en torno al tema de la muerte, recogió muchas de esas imágenes en Poste restante, y se convirtieron en una forma de procesar sus difíciles recuerdos de infancia y sus experiencias bélicas. Como tantas veces en su obra, las imágenes —y la interacción entre ellas— se basan en una oposición de contrarios y en una atracción por la naturaleza existencial de las cosas. Partidario de equiparar la fotografía a la pintura y la escultura, Strömholm sostenía que la enseñanza tradicional fotográfica acentuaba demasiado las cuestiones técnicas, y que la formación del fotógrafo debía incidir principalmente en el análisis de las imágenes.
Enseñanza fotográfica
Christer Strömholm fue uno de los primeros participantes en el debate acerca de la enseñanza de la fotografía en Suecia y dirigió durante diez años, entre 1962 y 1972, la escuela de fotografía de Estocolmo, Fotoskolan, donde se formaron algunos de los fotógrafos más importantes de Escandinavia.
Su relevante aportación a la renovación del lenguaje fotográfico fue tardía. En 1968 en el Moderna Museet de Estocolmo se presentó su exposición ‘9 sekunder av mitt liv’ (‘Nueve segundos de mi vida’). Esta muestra supuso la consagración definitiva del artista para el público sueco.
En aquel momento tenía 78 años. El hecho de que este reconocimiento se produjera tan tardíamente se debió en gran medida a que la fotografía documental subjetiva y de corte existencial que él defendía no fue apreciada en las décadas precedentes.
En 1997 recibió el Premio Hasselblad. Una y otra vez, Christer Strömholm insistió en la imposibilidad de fotografiar experiencias ajenas: la fotografía debía basarse en las propias vivencias y el fotógrafo debía estar allí con todos sus sentidos. En muchos aspectos, sus imágenes revisitan su propio pasado. Para él, cada imagen nueva era un autorretrato más.