En las siguientes líneas os contamos cómo fue la vida de la primera fotógrafa vasca, de quien Alberto Schommer llegó a decir que “no busca el arte por el arte, ni tampoco el juego de luces o las composiciones rebuscadas, es una auténtica reportera, que ahora sería un gran fotógrafo de la Agencia Magnum”.
BIOGRAFÍA
Nació en el seno de una familia burguesa.
Hija de Juan Francisco Abaitua y Mª Eulalia Allende-Salazar, fue inscrita en el Registro de Bautismos de la iglesia de San Nicolás de Barí.
Al mes de nacer quedó huérfana de madre y la familia comenzó a llamarla Eulalia en memoria de su madre fallecida.
Vivían en el casco viejo de Bilbao.
Eulalia creció sana y alegre. Era presumida y su padre solía raparle el pelo.
Cursó estudios en el colegio del Sagrado Corazón de Jesús de Sarriá de Barcelona.
En 1871 se casó con el joven naviero Juan Ygnacio Narciso de Olano y Picavea de Lesaca, de Sevilla.
Al poco de casarse, a raíz de la II Guerra Carlista, se trasladan a Liverpool (Reino Unido) y allí entró en contacto con el mundo de la fotografía, adquiere los aparatos y aprende la técnica.
En 1876 regresaron a Bilbao, a la anteiglesia de Begoña, donde el matrimonio construyó el palacio del Pino, en una finca de 37.200 m2 que Eulalia había heredado de su padre.
El palacio era de estilo inglés con materiales importados de Inglaterra, rodeado de jardín con campo de croquet y hasta gimnasio.
En aquella antigua anteiglesia de la merindad de Uribe que tuvo voto y asiento número XXXVI en las Juntas Generales de Gernika Eulalia Abaitua fue muy feliz.
Gracias a su silencioso y casi anónimo trabajo fotográfico, hoy podemos acercarnos a Begoña en 1900 y ver lo que fue su entorno inmediato, el de su barrio de las Calzadas, pues no tenía mas que cruzar el umbral de su casa para observar.
Como observar no le era suficiente, dio un paso trascendental al tomar su cámara fotográfica y disparar para atrapar, apoderarse del gesto, el rasgo, la sonrisa, la frescura o la melancolía, de la jornada común y también del gran acontecimiento en un día señalado.
Trabajó sin descanso para perpetuar el pasado de ese binomio,República-Santuario que se conserva en el Museo Vasco de Bilbao. En Begoña se sucedieron los hechos y en las imágenes veremos a sus protagonistas, en la vida corriente, durante los bailes o en las ferias de ganado; los romeros y peregrinos de cuando la Amatxofue investida de cetro y corona dorados o se la nombró Patrona de los bizkainos; también asistiremos la oportunidad de asistir a las bodas que, como hoy, buscaban en el santuario el lugar adecuado para un casamiento solemnizado.
Nos separan 100 años y las fotografías de Abaitua no mienten, quizá nos confundan sus perspectivas o sus encuadres y, aunque sean en blanco y negro, nos permiten acercarnos a aquel pasado de fisonomía y ambiente tan diferentes y opuestos al inmediato presente.
Eran tiempos en que expresiones como ‘voy a bajar a Bilbao’ o ‘vengo de Bilbao’ eran de uso común entre los begoñeses, que formaban comunidad absolutamente independiente de la villa de Bilbao hasta el 1º de Enero de 1925, cuando se hizo efectiva la anexión que el tiempo transformó en asimilación.
En aquella casa Eulalia crió a sus cuatro hijos: Carlota, Andrés, Javier y Concepción y dio rienda suelta a su pasión por la fotografía, instalando en el sótano un laboratorio y retratando el mundo que transcurría a su alrededor.
Al otro lado de la calle, Felipe y Ana construirán un edificio muy similar, la casa Abaitua, donde ampliarán la familia antes del fallecimiento de Felipe, acaecido en 1899.
Eulalia descubrió la fotografía en Inglaterra. Su material preferido fueron las placas estereoscópicas de vidrio, positivas y negativas, con formato 4,5 x 10,7 cm y emulsión de gelatinobromuro. A parte de las imágenes de su propia familia, su temario principal son las personas sencillas, humildes y casi siempre anónimas, retratadas con extrema naturalidad.
En 1941 Eulalia, viuda desde 1909, dejó su amada Begoña para trasladarse a un piso de la Gran Vía bilbaína donde murió el 16 de septiembre de 1943.
Sus restos descansan en el panteón familiar del cementerio de Begoña.