La sala Kubo Kutxa presenta ‘En una fracción [Reversible]’, una exposición que recoge la extensa trayectoria de Darío Urzay, pintor, fotógrafo y artista plástico bilbaíno, referente del arte contemporáneo de las últimas décadas. La muestra propone el diálogo entre un grupo de obras realizadas en los últimos 25 años que abordan aspectos centrales de su trabajo, tales como la creación de una imagen, los vínculos entre pintura y fotografía, el negativo (lo reversible) de la representación, así como el interés por la cartografía del territorio. La exposición se abre al público en el edificio Kursaal de San Sebastián el 10 de noviembre de 2023 y se podrá visitar hasta el 31 de marzo de 2024.
La práctica artística de Urzay, fruto de una reflexión en torno a la condición del arte —y por extensión a la condición humana—, posibilita sugerentes universos desconocidos que implican el cuestionamiento de la naturaleza del medio pictórico.
Su obra se caracteriza por su sofisticación técnica y una variedad de registros que trascienden los límites de los procedimientos tradicionales. Esa búsqueda de lo desconocido le ha llevado a situarse en la problemática entre pintura y fotografía, procedimiento e imagen, hasta hibridarlas sin ningún tipo de complejo.
Desde sus primeros trabajos fotorrealistas de la década de 1980 hasta una producción abstracta que sugiere mundos imposibles, su obra es fruto de una constante especulación en torno a la mirada y la percepción. El singular modo de estar en la pintura de Urzay es consecuencia de un atento estudio de su entorno cercano, de los grandes artistas de la historia del arte y de su diálogo, en presente continuo, con lo fotográfico, desde el que trabaja procedimientos y montajes, ya sean como origen, estructura o resultado final.
Las obras de Dario Urzay muestran que el arte debe actuar en un mundo abierto, no excluyente, un mundo de cambios y simbiosis continuas, donde la poética personal y la observación se retroalimentan para inducir nuevas formas de conocimiento y comunicación.
Sus obras son hibridaciones complejas. Mostradas estilísticamente en un formato de aspecto abstracto, construyen un territorio imaginario, inventado a partir de metáforas, en el que no hay voluntad de correspondencia con una verdad externa.
Utiliza un lenguaje propio, gestado y madurado durante tres décadas, que no es concebido ni como remedio, ni como expresión interior sino simplemente como una herramienta de adecuación al entorno de un momento que le ha tocado vivir.
El proyecto del artista incluye cualquier manera eficaz de generar nuevas configuraciones del mundo a través de la experiencia con el arte. Pero no de una manera aislada, ni autorreferencial, sino conectada con el total del conocimiento humano. La geografía, la biología, la química, la programación informática y la iconografía aplicada, pueden ser algunas de sus fuentes de trabajo. La contemporaneidad de sus pinturas ofrecen buen ejemplo de ello.
En el mundo de Urzay cualquier escenario humano es susceptible de intervención artística, porque nada debe escapar al análisis de la belleza o de sus reversos. Su investigación obsesiva de procedimientos técnicos, desde los más tradicionales con pigmentos y aglutinantes hasta la manipulación digital de grabaciones audiovisuales y la interacción con públicos en escenarios específicos, muestran una permanente inquietud donde nada queda concluido, nada es definitivo.
La exposición, comisariada por Mikel Onandia, presenta más de 50 obras producidas por Darío Urzay entre 1997 y 2023 distribuidas en cuatro grandes salas. El discurso expositivo se articula en 6 secciones: Desde lo fotográfico, Camerastrokes, Sedimentos derretidos, Imágenes aéreas, Topografías retinianas y Un tiempo expandido.
En plena vorágine de lo visual e inmersos de lleno en el mundo digital, cuando tiene lugar un solapamiento cada vez más acusado entre lo real y la imagen de lo real, Darío Urzay encuentra en lo analógico, en el negativo fotográfico —el registro de luz captado por la cámara que, no positivado, custodia una realidad latente— un modo de posicionarse en la pintura, una forma de desdoblamiento que le permite reflexionar sobre la duplicidad, la fragmentación del yo y el sentido del arte, por extensión, sobre el sentido de la existencia humana.
En 1991 Urzay realizó una serie de fotografías en el interior de la Catedral de Burgos. En un acto performativo, cámara en mano, llevaba a cabo movimientos aleatorios y expresivos en el aire, a modo de pinceladas virtuales que captaban una luz cargada de espiritualidad. Bautizadas como Camerastrokes, resultaron ser el embrión de trabajos importantes en los años siguientes.
En El ausente (blind spot-un cuerpo expandido) (1996-1997) crea una atmósfera poética que alude a la elevación. La fotografía, signo de presencia y ausencia, se convierte en representación carente de imagen, apariencia de la desaparición, lo que es refrendado por el gran charco de rojo sangre, imagen de materia pictórica, que comienza a levitar suavemente.
Los Camerastrokes que Urzay recuperó para sus obras en la Torre Iberdrola en Bilbao (Pasaje nocturno I y II, 2011), son la base de Curfew (2020): una serie de pequeño formato y factura dibujística que responde a una escala y naturaleza íntima y doméstica.
El interés de Darío Urzay por lo sedimentario y su derretimiento se concreta en los procesos de solidificación y licuación de la materia. Cuerpos de barro congelado obtenidos mediante moldes de piedra son dejados sobre un soporte a temperatura ambiente hasta llegar a su estado líquido (descongelamiento que el artista registra mediante cientos de fotografías) y resultan la base de obras como Memorizando estratos (2009), donde rocas recogidas en distintos lugares se diluyen en una mancha pictórica.
Por su parte, en Frost Frames (Loop) (2016) reflexiona en torno a la construcción y deconstrucción de la propia pintura a partir del derretimiento de piezas de Lego. En contraste a estas imágenes de descomposición en movimiento, Fragmento: A Negative View-Observator Virtual (Positivado) (2023) —creada a partir de la imagen negativa de una de las mitades de A Negative View-Observator Virtual (2002), que puede verse en otra sala de la presente muestra— funciona como imagen congelada.
En 2005 Darío Urzay realiza los primeros vuelos en avioneta con objeto de obtener fotografías aéreas, que resultan ser la base de su pintura en años siguientes. Mediante la visión cenital, que le interesa en tanto punto de vista inaccesible a los pintores anteriores al siglo XVIII, cuando tuvieron lugar los primeros vuelos en globo, incorpora la perspectiva arriba-abajo a la tradicional visión abajo-arriba de las Ascensiones que proliferaron desde la Edad Media, con especial profusión en el Barroco.
Entre sus vistas aéreas destacan las realizadas sobre Sajazarra (La Rioja). Terrenos, montañas, bosques, senderos y prados se convierten en campos de color de carácter pictórico. Urzay instala dichas fotografías trepando por la pared de la sala expositiva haciéndolas coincidir con una carta geográfica real, de manera que sitúan al espectador y espectadora frente a la ubicación exacta de lo representado y posibilitan una perspectiva celeste que sobrevuela la totalidad de la exposición.
Si los Camerastrokes eran gestos corporales en el espacio, estas imágenes son gestos congelados, descorporalizados desde el espacio a 200 km por hora.
A partir del año 2000 Urzay incorpora de manera sistemática descubrimientos de años anteriores, caso de los negativos fotográficos, el uso de la resina o el derretimiento, tanto virtual como real. Mientras A Negative View-Observator Virtual (2002) se compone de dos enérgicas imágenes en una suerte de simbiosis entre apariencia y esencia, Mirador distante (tan cerca) (2007) tiene como soporte una fotografía aérea realizada sobre la colina de Legarda (Vitoria-Gasteiz) que es cubierta de materia traslúcida.
Su última producción destaca por prescindir de la resina —que aportaba una sensación aséptica y brillante a su trabajo— con objeto de recuperar la fisicidad de la pintura. Sus obras de la serie Reversible se presentan como escenarios de acciones pospuestas en el tiempo, de sueños vaporosos que el artista crea a partir de negativos de imágenes aéreas, rastros de humo y el derretimiento de la materia que muta a nueva existencia en la planitud del lienzo.
La combinación de suaves trazos gestuales y constructivos junto a tiznes negruzcos, vestigios de una llama, aportan una sutileza que funciona como recordatorio de la fragilidad humana. Resultado de un retorno a la esencia de lo pictórico, las últimas obras de Darío Urzay funcionan cual negativos que ponen en cuestión el referente, situado en un futuro incierto: una ambigüedad de ecos espectrales que se resuelve en favor de su cualidad táctil y cuyo revelado no funciona como un contrario exacto, sino como el intento de crear una realidad imposible de desvelar que responde a una querencia de expansión del tiempo.
Urzay continúa trabajando con su extenso archivo de imágenes aéreas, creando composiciones de negativos que, a modo de hojas de contactos fotográficos (Reversible (imágenes cenitales), 2023), funcionan como citas de obras anteriores y evocan geografías no terrestres, rojizas y areniscas, cual paisajes marcianos o no-lugares de la posteridad en los que prima lo geológico.
Darío Urzay (Bilbao, 1958) es pintor, fotógrafo y artista plástico. Su trayectoria—que abarca más de cuarenta años—, incluye múltiples exposiciones individuales en prestigiosas galerías de Nueva York, París, Madrid, Barcelona, Oslo o Helsinki, así como su participación en exposiciones colectivas en: el Institute of Contemporary Arts de Londres, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, el Guggenheim Bilbao, la Fundación Miró de Barcelona, el centro cultural The Markten en Bruselas, el Museo Rufino Tamayo en Ciudad de México, la Kunsthalle de Bielefeld y el Hamburg Banhoff Museum de Berlín, entre otros.
Su obra forma parte de numerosas colecciones, destacando: Guggenheim Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), MACBA (Barcelona), Artium Centro-Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco (Vitoria-Gasteiz), Deutsche Bank Collection (Londres), Museo Würth La Rioja, Colección BBVA, Photomuseum (Zarautz), FNAC Fonds national d’art contemporain (París), Colección Iberdrola, The Prudential Collection (Nueva York), Kutxa Fundazioa, Marugame Hirai Museum (Marugame), Colección Martínez Gerricabeitia, Banco de España (Madrid), Fundacion Botín (Santander), Patrimonio Nacional de España, Museo Patio Herreriano de Arte Contemporáneo (Valladolid), Fundación I.C.O. (Madrid), Holm Collection o Fundación Sorigué (Lleida).
Su trabajo ha sido reconocido con galardones como el Premio Nacional de Arte Gráfico (2005), el Excellent Work Award en la Bienal de Beijing (2005), y el Premio Gure Artea del Gobierno Vasco en dos ediciones: por su obra El pintor y la modelo o Los ausentes en 1983 y por su trayectoria artística en 2021.
Además de poder visitar la exposición, la muestra ofrece otras actividades en Kubo Kutxa:
Visitas comentadas
Sábados, a las 17:30 h en euskera y a las 18:30 h en castellano
Entrada libre, previa inscripción mediante correo a:
hezkuntza_kubo@kubokutxa.eus
PROGRAMA PÚBLICO
Conferencia
Jueves 23 de noviembre, 2023.18:30 h
Un tiempo expandido. La (no) pintura de Darío Urzay
con Mikel Onandia
Castellano
Diálogos
Jueves 25 de enero, 2024. 18:30 h
A través del espejo: conversación entre Txomin Badiola y Darío Urzay
Modera Mikel Onandia
Castellano
Entrada libre, previa inscripción a través de la página web
Información
T. (+34) 943 25 19 39
E. hezkuntza_kubo@kubokutxa.eus
Horario
De martes a domingo
12:00-14:00
16:00-20:00
Kubo Kutxa
www.sala-kubo-aretoa.eus
Zurriola 1. Kursaal
Inaugurada en el año 2000, la sala de exposiciones Kubo Kutxa, se encuentra emplazada en el singular edificio Kursaal diseñado por el arquitecto Rafael Moneo y se ha convertido en una de las ofertas más importantes de la vida cultural de Donostia/San Sebastián.
La sala kubo kutxa cuenta con aproximadamente 1.000 m2, un gran espacio que junto a su singular arquitectura permite albergar exposiciones de gran envergadura.
La programación de Kubo Kutxa, basada en exposiciones temporales, está centrada en las artes plásticas, específicamente en el intervalo temporal comprendido entre principios del siglo XX hasta la actualidad, integrando también diversas propuestas sobre otros campos de la expresión artística como el cine, la arquitectura o el diseño.
Kubo Kutxa, con el objetivo de llegar a todo tipo de púbicos, combina proyectos expositivos de carácter internacional con propuestas de entorno próximo, divididas a su vez en retrospectivas de grandes autores contemporáneos y exposiciones colectivas fundamentadas en diferentes tesis sobre el arte actual.
Su significativa trayectoria expositiva ha convertido a la Sala kubo-kutxa en un referente cultural, un lugar donde mostrar todo tipo de expresiones artísticas y un espacio de encuentro entre artistas, expertos, críticos y público.
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