El revelado es el tratamiento de luz y color que se aplica al archivo RAW tomado por la cámara.
Es el aspecto final que tendrá la fotografía y que se utiliza, bien para mostrar mejor el motivo captado, o por razones creativas y/o conceptuales ajenas a la toma.
El revelado de un archivo RAW puede hacerse manualmente con un programa informático de gestión de archivos fotográficos (como Lightroom o Photoshop) o puede hacerse con el software adjunto con la cámara o incluso puede hacerse en la misma cámara.
El revelado previo en cámara no afecta en nada a los archivos RAW, por lo que en este capítulo mostraremos lo que se considera un ‘revelado básico’ (esencial) en cámara y qué opciones podemos elegir si estamos trabajando en formato JPG.
Foto: G. Bravo
El formato RAW no se ve afectado por la configuración de revelado que tengamos en cámara, por lo que si estamos disparando en este formato, lo mejor será deshabilitar todas las opciones que van dirigidas a los archivos JPG.
Aunque tengamos el revelado en blanco y negro, el archivo RAW se verá en color en cuanto lo abramos en el ordenador.
Foto: G. Bravo
Si hacemos fotografías directamente en JPG desde la cámara, los archivos ya salen revelados por el software interno de la máquina, por lo que será imprescincible tenerlo bien configurado.
Si hacemos fotografías en formato JPG con revelado en blanco y negro, será imposible recuperar el color después.
Además de la exposición que le demos a nuestra fotografía, hay diversos tratamientos que podemos aplicar a la luz para optimizar su resultado final en función de nuestros gustos, ideas o conceptos.
Conviene conocerlo bien porque además pueden ayudarnos a comprender mejor qué exposición es más interesante según el revelado que vayamos a aplicar después.
La denominación de estas opciones puede variar en función del modelo de cámara.
Foto: G. Bravo
El brillo suele hacer referencia a las luces altas de una imagen. Subir el brillo ayuda a dar una mayor sensación de exposición, mientras que bajarlo apaga las fotografías y las ‘matifica’.
Es la relación entre las luces y las sombras de una imagen. Si aumentamos el contraste, aumentamos la diferencia entre luces: aquello que esté más iluminado lo estará aún más, mientras que las zonas oscuras estarán aún más ocuras, y viceversa.
La compensación es una sobreexposición o subexposición a posteriori por software. Esto implica forzar el archivo RAW para que muestre una mayor o menor exposición a la original, ‘tirando’ de su información oculta. Puede ser útil para corregir malas exposiciones de origen, aunque suele afectar a la calidad final de la imagen.
Algunas marcas tienen un sistema de revelado dirigido a mejorar el rango dinámico final de nuestras fotografías. Eso lo hacen dando mayor luz a las sombras y quitando luz a las luces, de forma que muestren una imagen menos contrastada, más parecida a la percibida por el ojo humano. Este proceso ralentiza la velocidad de escritura.
El color de las fotografías ha sido siempre un valor añadido otorgado por la película de negativo elegida.
Hoy, en fotografía digital, el tratamiento del color que le damos a nuestras fotografías también puede servir para marcar un estilo, un concepto o una idea.
Existen algunas opciones esenciales en el tratamiento del color de nuestras fotografías que deberías dominar:
Se trata de la intensidad de los colores. Si optamos por aumentar la saturación, obtendremos fotografías con los colores más vívidos, mientras que, si la bajamos, los colores se mostrarán más lavados.
El tono del color es en realidad el color en sí. Hablamos de color verde o rojo, pero lo cierto es que existen miles de tonos de verde o rojo. En fotografía digital, subir o bajar el tono implica jugar con la escala cromática de los colores para conseguir resultados más artísticos o conceptuales y menos realistas.
Algunos modelos de cámara ofrecen filtros creativos o artísticos, que no son otra cosa que revelados más profundos que modifican no sólo el color, sino que también juegan con el tono, las viñetas y otras variables. Pueden ser interesantes para desarrolar series concretas.
Implica la desaturación completa de la imagen, neutralizando los canales de color entre sí. La ‘fotografía monocromo’ tiene un lenguaje propio que puedes explorar, sobre todo cuando consideres que el color no es relevante en tus fotografías. Si optamos por esta opción en JPG no es posible recuperar la imagen en color después.
Foto: G. Bravo
En algunas cámaras, encontramos una opción dentro del revelado básico que suele denominarse como ‘nitidez’ o ‘textura’, que son formas de referirse al microcontraste de los contornos de nuestra imagen.
Si imaginamos que nuestra fotografía es un realidad un dibujo, los contornos serán los trazos del propio dibujo. Si aumentamos la ‘nitidez’, parecerá que hemos apretado mucho el lapicero al dibujar mientras que, si la bajamos, se marcarán menos las texturas.
Esto es sólo una sensación subjetiva ‘visual-táctil’, puesto que las fotografías no tienen textura real.
En los retratos suele bajarse, para no destacar los defectos de la piel, mientras que en la fotografía de paisaje suele aumentarse para conseguir un mayor impacto visual.
Debes explorar este recurso en tus fotografías para ver en qué dirección quieres utilizarlo.
Esto depende de la marca y el modelo de cámara pero, en general, todos los fabricantes establecen unos menús comunes que afectan al revelado de los JPG con nombres descriptivos o que hacen referencia a la disciplina fotográfica en los que son recomendables.
Cada fabricante tiene unos revelados propios y por tanto, marca y modelo, son determinantes en el aspecto final de los JPG si optamos por utilizar este formato en nuestras fotografías.
Una vez establecidos esos revelados ‘prefabricados’, es posible ajustar muchos de los tratamientos explicados anteriormente, tales como el brillo, el contraste, la saturación o la textura.
A la derecha se muestran algunos ejemplos de estos revelados, que hay que elegir primero, para después ajustar los valores concretos explicados antes.
Foto: G. Bravo
Este revelado aplica un tratamiento muy ligero a las fotografías, sin afectar prácticamente a las luces ni a los colores, mostrando una imagen más bien ‘sosa’ en términos estéticos. Es interesante tenerlo activado si estamos trabajando en RAW, por razones que veremos más adelante.
Foto: G. Bravo
Aplica un tratamiento en blanco y negro que varía en función del modelo y el fabricante de la cámara. En algunos casos, encontramos distintos revelados de blanco y negro (unos con más o menos contraste y textura), mientras que en otros encontramos virados sepia, filtros de color para jugar con los tonos de gris…
Foto: G. Bravo
Aplica un tratamiento específico diseñado para fotografías de retrato.
Esto se traduce en una saturación comedida, un contraste normal pero sí una notable bajada en las texturas, para evitar que se potencien los desperfectos de la piel.
Foto: G. Bravo
Este tratamiento aumenta ligeramente la saturación, el contraste y la textura, con la intención de dar un aspecto más atractivo a escenas paisajísticas, postales o fotografías de viajes en general.
Teniendo en cuenta que los ajustes de revelado (paisaje, retrato…) afectan por completo a nuestros archivos JPG pero que por otro lado no afectan en nada a los archivos RAW, se entiende que el método o la forma de proceder no debe ser la misma:
Foto: G. Bravo
Elegir el revelado debe ser lo primero si trabajamos en JPG porque no es algo que podamos decidir después. Si optamos por un revelado monocromo, por ejemplo, no podremos cambiar de opinión y recuperar el color después.
Una vez elegido el aspecto que tendrán nuestras fotografías, llega el momento de hacerlas. Es importante resaltar que hacer fotografías siendo consciente del aspecto que tendrán puede ser una disciplina muy interesante para conseguir una consciencia plena.
El momento de la edición o selección de fotografías llega antes, ya que las imágenes están terminadas y no necesitamos esperar a poder revelarlas para editarlas. Aunque también es cierto que siempre es bueno dejar que pase un tiempo desde la toma hasta la edición.
Foto: G. Bravo
Cuando trabajamos en RAW no es necesario tener en cuenta el aspecto que tendrán las fotografías porque podemos darle cualquier aspecto posteriormente. Esto ofrece una gran libertad creativa pero también puede suponer un bloqueo si no tenemos muy claro qué es lo que queremos contar. Aunque podamos darle cualquier revelado, se recomienda a los que están empezando que se impongan series o ideas para centrarse en el momento de la toma.
Teniendo en cuenta que el revelado en un archivo RAW puede llevar tiempo, es muy recomendable hacer primero la edición o selección de fotografías para evitar dedicar tiempo a revelar fotografías que finalmente no vamos a seleccionar.
Una vez que tenemos clara la selección de las fotografías, llega el momento de revelarlas y darles el tratamiento deseado. Este tratamiento puede estar claro desde el momento de la toma o puede improvisarse al final del proceso. El beneficio de trabajar el RAW es que no condiciona en absoluto el resultado de nuestras imágenes. Con todo, revelar en RAW requiere un proceso formativo tan largo o incluso más que el de la propia toma fotográfica.
Si optamos por trabajar el formato RAW no tenemos que preocuparnos por el revelado que tenemos configurado en nuestras cámaras, puesto que éste no afecta en nada a los archivos RAW.
Sin embargo, las cámaras nunca muestran un archivo RAW porque no tienen el software necesario para hacerlo, por lo que, aunque estemos trabajando en RAW, siempre veremos en cámara archivos JPG.
Ésta es la razón por la que podemos ver revelados básicos aplicados en nuestras fotos en cámara aún siendo RAW; revelados que desaparecen una vez que abrimos el archivo en programas fotográficos como Lightroom o Photoshop.
Por ello, para tener una mejor idea de exposición, se recomienda tener configurado el revelado neutro si estamos trabajando en RAW, de manera que podamos ver un resultado y un histograma (más adelante explicaremos lo que es) lo más fiable posible a la imagen final.
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