Miguel Leache publica ‘Miss Diciembre 1854’, un fotolibro sobre la creación y el poder de la simbología

El fotógrafo Miguel Leache ha publicado este año 2024 su libro de fotografía ‘Miss Diciembre 1854’ fruto de sus estancias fotográficas en Roma gracias a las cuales ha logrado plasmar en un fotolibro el poder de los símbolos para adornar hechos hasta el punto de lograr perder su vínculo con la realidad en favor de la idea. La fuerza de la imagen y su capacidad para imponer poder en un libro de fotografía en el que la religión y la política pasar por el aro de la interpretación artística de un autor con una obra directa y evocadora. El libro está a la venta en la editorial Heads Take Away y en librerías especializadas en fotografía de autor.

Miguel Leache publica su libro de fotografía 'Miss Diciembre 1854'

Tras varios viajes a Roma, la creación de una maqueta y dos estancias en la residencia artística Lababuch durante los veranos de 2022 y 2023, el Miguel Leache ha publicado su libro ‘Miss Diciembre 1854’ sobre la inmaculada concepción con un exquisito diseño ideado por el fundador de Underbau Juanjo Justicia.

En este artículo, Miguel Leache confiesa a Jardín Remoto, el Metaverso de la Fotografía todos los detalles de este fotolibro, desde su idea original, hasta su desarrollo, edición y diseño. Conocemos de su propia voz toda la simbología oculta en sus fotografías y los porqués de cada decisión artística que conforman un exquisito libro que es a su vez un artículo de lujo. 

El fotógrafo Miguel Leache interpreta la inmaculada concepción

El 8 de diciembre de 1854, Pio IX declaró la inmaculada concepción de la Virgen María. La bula Ineffabilis Deus puso fin a 1500 años de disputas teológicas acerca de si la madre de Dios había sido concebida sin pecado. Los motivos pudieron ser políticos: el Papa había regresado al Vaticano tras su exilio durante la II República Romana. Perdía poder terrenal y buscaba la manera de reconciliarse con los fieles. Pero, paradójicamente, también fueron estos los motivos que expulsaron a las mujeres de la cúspide de las mitologías mediterráneas y del Oriente Próximo 5000 años antes.

En la antigüedad, la forma de las ciudades y la de gobernar, la invención de la escritura, y con ella la capacidad de abstracción, hicieron que los hechos observables cedieran ante la simbolización. La idea de creación -de espíritu creador del universo-se impuso al hecho del nacimiento, y la posibilidad de nombrar simplificó el alejamiento de la diosamadre como principio del poder creador único.

La fiesta de la Inmaculada Concepción es el retorno de esa forma de ver los hechos como símbolos, y de adornarlos hasta que pierden su vínculo con la realidad en favor de la idea. El espíritu creador había tomado forma de hombre hacía cinco milenios, a imagen y semejanza de quienes pudieron imponerlo.

Así se gestó el libro de fotografía 'Miss Diciembre 1854' de Miguel Leache

El libro ‘Miss Diciembre 1854 de Miguel Leache’ en el que el autor recrea su alegoría de la Inmaculada Concepción es un viaje en el que cada lector de las imágenes realizará su recorrido ficcional por el relato visual guiado por el Cicerone Miguel Leache.

El destino físico fundamental de este viaje es Roma, donde Leache ha realizado la mayor parte de las fotografías que componen el libro, si bien hay imágenes captadas en la Gliptoteca Ny Carlsberg de Copenhague, el Centro Sueco de Arquitectura y Diseño de Estocolmo o un pueblecito de la Ribera de Navarra.

Pese a que el autor realizó viajes específicos para tomar fotografías para completar el relato, como por ejemplo a Empel, en los Países Bajos, para fotografiar la capilla que se levanta en el lugar donde apareció el retrato de la Virgen, antes de la batalla de los tercios españoles contra los holandeses, las fotos allí realizadas no aparecen en el libro.

Video del fotolibro de Miguel Leache 'Miss Diciembre 1854'

Los símbolos el libro de fotografía 'Miss Diciembre 1854' de Miguel Leache

El libro de fotografía ‘Miss Diciembre 1854’ está plagado de símbolos de cómo el poder sostiene las ideas y los símbolos se funden con lo aparentemente objetivo.

Los textos

«El primer texto -reproducido en esa tipografía tan hermosa y propia del grabado en piedra- es un párrafo extraído de la bula Ineffabilis Deus, en la que Pio IX declara la inmaculada concepción de la Virgen María. Merece la pena leerla entera. Es corta y da una idea de la dificultad de sostener una idea tan difícil. Lleno de superlativos y amenazas, el texto produce hoy extrañeza, candor y deseo de saber.

Como ni siquiera hay en la Biblia referencias a este nacimiento inmaculado de la madre de Dios, Pio IX hace casi poesía cuando escribe: ‘Ya en aquella escala que vio Jacob que llegaba de la tierra al cielo…’ De ahí vienen las cubiertas del libro», cuyo diseño explicamos a continuación.

Los símbolos ocultos

«Es cierto que los símbolos son fundamentales en el relato. Se trata de ofrecer un conjunto de imágenes que se entrelace bien con lo (relativamente) obvio. El humo de la página 1 muestra una instalación en Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo. No tiene demasiada complicación, hasta que llegas al final. La 8 y la 11 hablan de la transmisión de las ideas. La primera de las dos se relaciona con los altavoces de la página 16. El teléfono de la página 11 es de madera. Difícilmente transmitirá algo. También tiene otra lectura algo más oculta: Meucci -y no Bell- inventó el teléfono en 1854. El mismo año en el que Pío IX proclamó la bula.

Transmitir, proclamar, hacerse entender. O chocar como en la página 14 contra un muro blando en el que se advierte una especie de cruz desencajada y sutil como la de la maqueta del teléfono. Y si hablamos de escuchar ¿Es el busto de la página 17 una imagen simbólica? ¿Es su contrario el hombre que sabe y se extraña en la página 10? Tal vez, aunque prefiero creer que es el narrador -a quien dará la réplica la monja creyente-. Él debería desvelarnos el significado de los símbolos, acompañando aquí al lector en las imágenes menos obvias y también en las más evidentes. Si podemos hacer que nuestro hombre sea quien interprete el papel de cicerone, iremos bien.

Volvamos a los símbolos: junto al retrato de Gänswein, las páginas 21 y 22 forman un tríptico simbólico -casi alegórico- del hombre, del varón.

La figura de la página 27 guarda relación con el anciano de la página 10, saber, sorprenderse, y ahora dolerse.

El torso del caballo de la página 30 está -solo en parte- descontextualizado en cuanto a su simbología original y se presenta como la carne a la que alude el cristianismo cuando alude a los enemigos del alma. Por eso viene seguida de los curas que verás en la 31.

No sé por qué Pietro Bracci retrató así a Benedicto XIII, -página 34- pero, a pesar de su biografía rebosante de fe, su gesto es de descreimiento. Es como -si llegada la vejez- El anciano y el Papa se enfrentaran a nuevas situaciones: la extrañeza y el escepticismo.

En cuanto a Judith y Holofernes -36 y 64- todo está lleno de ideas. En el de Cristofano Allori, la mezcla de juventud e indiferencia causa desasosiego en el espectador. Si aislamos el personaje femenino -como hace la mujer que la fotografía con el móvil- obtendremos un hermoso retrato, pero la reivindicación que puede obtenerse de la lectura actual del todo, desaparecerá. ¡Ese juego de subjetivación del símbolo a través de planos!

Después de Judith solo cabía un degollado contemporáneo: el cartel de la página 38, que encontré en la calle de un suburbio del norte de Roma.

¿Qué quedaba después? la manifestación/ocultación del personaje que agrupa todas las ideas del libro: las conceptuales y las materiales: el desplegable que no muestra a la mujer por excelencia en la cultura católica.

Las páginas 43 y 44 hablan de cómo el poder sostiene las ideas. La mano de la estatua de san Pedro. La parte del torso y las sombras de un busto clásico. El mismo significado tienen las dos siguientes fotografías tomadas en el palacio Barberini (esta ayuda a enlazar con el final de la primera parte) y en la galería Pasa, bajo el Gianicolo. Esa “mano con casa”, como la de los oferentes que construyen para la Iglesia.

A partir de aquí el símbolo se funde en lo aparentemente objetivo. Quiere la posmodernidad que el escaparate de Valentino esté a la estatua de la Inmaculada (pág. 53) o que alguien utilice (pág. 59) la figura de una venus para colgar la capucha de su abrigo.

La disección del varón tiene su contrapunto en las páginas 62 a 66. Discutimos aquí Juanjo y yo. Él ganó por goleada. Este bucle de mujeres desde la intrascendencia a la fe, pasando por la representación era inevitable.

Volvemos a las estructuras en la 67 y 68, ahora contrapuestas al final de relato femenino, explicado con un gesto de liberación.

Las últimas páginas cierran el libro muy despacio; desde el albañil de espaldas, que parece clausurar el muro, la tensión y el recordatorio de la vanitas -pág. 70 a 72-, a la falsa salida de las páginas 75 y 76 hasta el romboedro truncado de la 77, alzado en el pasillo de un mueso como idea del símbolo imposible de descifrar.

Cuando Durero dibujó este prisma en su grabado Melancolía I quiso tal vez expresar su capacidad de comprensión de las matemáticas. Sin embargo, no hay consenso. Su significado queda oculto, se convierte en misterio y enlaza con el humo de la página 2. Entre el principio y el final del libro hay un cambio de estado: de gas a sólido. Es decir una sublimación inversa. Un fenómeno rarísimo que solo puede verse en los polos, las cumbres de las montañas o en el laboratorio. Una especie de milagro… científico. Nuestro anciano del sombrero parece extrañarse», cuenta genoroso a Jardín Remoto el autor.

Compartimos el vídeo del libro página a página y explicamos su simbología oculta, para el lector que busque un análisis más profundo de lo fotografiado.

Todo sobre el diseño

Juanjo Justicia, presente en las dos residencias Lababuch de los veranos de 2022 y 2023 a las que asistió Miguel Leache en busca de ayuda profesional para encaminar el proceso de conversión de la maqueta en fotolibro, fue el diseñador escogido por Miguel Leache para las decisiones artísticas, elecciones de materiales e ideas de diseño del libro.

«La portada y los cantos dorados son dos ideas de Juanjo de Underbau y han permanecido tal y como la ves desde el principio. Se trata de que el libro tenga un aspecto religioso y a la vez parezca una revista. La clave está en desplegable, que hace alusión al título», confiesa Miguel Leache a Jardín Remoto.

Diseño al servicio de la idea

A lo largo de las fotografías del libro, Miguel Leache juega conceptualmente con  la manifestación/ocultación del personaje, que también tiene lugar en el diseño material el libro: que agrupa todas las ideas del libro a través de un desplegable que no muestra a la mujer por excelencia en la cultura católica.

El papel de Juanjo Justicia (Underbau)

«El diálogo con Juanjo Justicia es siempre muy fluido. No ha habido ninguna duda en cuanto a muchas de sus ideas: no hemos tocado el formato, tamaño, papel, tapas y cantos desde el principio. Juanjo acogió con agrado la idea del póster central y desde ahí pudimos fijar el título con facilidad. Las conversaciones sobre la secuencia fueron muy productivas. Habíamos hecho ensayos previos el Lababuch y luego trabajamos por separado y reuniéndonos en Madrid de vez en cuando. Una vez terminada, mandamos la secuencia a varios editores. Con sus comentarios, modificamos algún pasaje, potenciamos el de las mujeres, repartimos a lo largo del libro las imágenes de los religiosos en las procesiones, vimos cómo entrar y salir del póster y elegimos la imagen final».

«La idea del fotograbado fue de Juanjo Justicia. Buscábamos la forma de soportar el precio de la producción y me propuso hacer un fotograbado en vez de una impresión ink jet al uso. Me presentó a Juan Lara, de Ogami Press. Discutimos acerca del aspecto que debería tener la imagen y fue muy fácil ponerse de acuerdo. También lo fue elegirla. El teléfono ha quedado estupendo y la impresión manual de cada grabado le da mucho carácter a la imagen sin que se pierda la traza del origen».

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